"Planes and trains and boats and buses characteristically evoke a common attitude of blue, unless you have a suitcase and a ticket and a passport and the cargo that they're carrying is you". (Tom Waits. Foreign Affair)

viernes, 9 de marzo de 2012

Agua. Sangre. Tierra. Fuego (y IV)


Fuego

Entramos en Pakse en hora punta, lo que supone mucho más tráfico del habitual, pero nunca atascos: cuando los coches y las furgonetas encuentran que su carril está demasiado lleno, se pasan al de al lado y circulan en dirección contraria sin el menor cargo de conciencia y pobre de aquel que no se aparte, especialmente si va en moto, ese vehículo paria. Sin darle muchas vueltas nos alojamos en una guesthouse con un agradable jardín asomado al río a la que había echado el ojo días atrás y por fin podemos darnos una ducha y quitarnos de encima los kilos de polvo que llevamos encima. Una vez limpios y frescos, Cedric saca de su mochila su kit de limpieza y, sentados frente a una mesa en el jardín, tratamos de hacerle el boca a boca a mi cámara: conseguimos que la cortinilla se cierre, pero el zoom se atasca cuando trato de utilizar el teleobjetivo y hay que obligarlo a replegarse a mano. Supongo que en el futuro tomaré todas mis fotos con gran angular... y que en un momento u otro el aparato morirá del todo. De momento lo dejamos convalecer de sus heridas.

Ya en frío, noto que tengo la muñeca bastante dolorida (imposible abrir un tarro de aceitunas con ella, pero en fin, tampoco hay tarros de aceitunas a la vista) y Manouane insiste en lavar mi ropa marrón mientras recorro la ciudad en busca de un taller en el que me den un presupuesto para la reparación de mi moto: he leído demasiadas historias sobre los precios exorbitantes que las tiendas de alquiler de motos hacen pagar a los farangs por mucho menos de lo que le ha pasado a la mía y quiero saber en qué cifras me muevo para tener algo con lo que defenderme en el peor de los casos. Un tipo que parece de confianza me da la respuesta que busco: la broma me costaría aproximadamente una semana de alojamiento en Laos. La broma no tiene gracia, pero es bastante menos de lo que esperaba.

Armado con mi sonrisa de los días de fiesta me presento ante la tienda de Miss Noy, la chica que me alquiló la moto cinco días atrás, y le comento que, en fin, sin más, he tenido un pequeño, un diminuto, un microscópico nanoaccidente, pero que, mire usted qué mala suerte, la defensa se ha partido. Miss Noy da un par de vueltas alrededor de la moto, se agacha, examina de cerca el roto y me mira desde ahí abajo muy seria, hasta que consigue que mi sonrisa resbale por mi cara y se estampe contra el suelo. Y en ese momento, cuando me tiene justo donde quería, se echa a reír a carcajadas mientras me dice con el poco inglés que maneja:

"Already broken! Moto already broken!"

Pues sí, la defensa ya estaba rota cuando me la alquiló y yo no he tenido nada que ver. En el hecho de ser uno de los cinco tipos más despistados del mundo supongo que sí he tenido que ver.

"You think your fault? Hahahaha! You think your fault!"

Amo a esta mujer. Libero la tensión con mi propia carcajada, recupero mi pasaporte y vuelvo a la guesthouse impaciente por contar a mis amigos lo que acaba de ocurrir y por invitarles a comer donde les dé la gana. Comemos estupendamente en un restaurante indio al que ya han ido un par de veces y, después de un paseo junto al río y un rato de descanso, propongo subir al bar de la azotea del Hotel Pakse a tomar una cerveza mientras vemos la puesta de sol... que resultará ser la más inolvidable de nuestras vidas.

La secuencia se desarrolla como sigue: entramos en el hotel Pakse, subimos en el ascensor hasta el sexto piso, llegamos a la azotea después de un pequeño tramo de escaleras, curioseamos por la terraza, miramos al norte y al sur y al este y al oeste, nos maravillamos con el paisaje, elegimos una mesa bien situada, nos traen la carta de bebidas, la estudio y cuando levanto la vista compruebo que Cedric y Manouane miran extrañados algo que está ocurriendo a mi espalda.

Cuando me giro veo una densa, enorme columna de humo negro subiendo hacia el cielo desde la azotea de un edificio que está a dos manzanas de donde nos encontramos. La columna de humo deja entrever en su base unas pequeñas llamas que en pocos minutos se convierten en un fuego voraz que envuelve por completo el edificio. Para entonces toda la azotea del hotel ha dejado de hacer lo que estuviese haciendo y clientes, camareros y cocineros miramos impotentes el desastre. De pronto vemos que hay un hombre en lo alto del bloque en llamas tratando de apagar el incendio... con un barreño de agua. Sin duda su perspectiva no le permite ver que todo el edificio está ardiendo y los gritos que lanzamos desde nuestro puesto se los lleva el viento. Finalmente se da cuenta de que el monstruo es demasiado poderoso y no tiene más remedio que jugarse la vida y saltar a una terraza del edificio contiguo. Milagrosamente, consigue asirse a la barandilla y salvar la piel. Entretanto, el sol se pone sin que nadie le haga el menor caso.


Una hora después del comienzo del incendio las llamas siguen creciendo y han alcanzado al edificio de al lado. La catástrofe es demasiado grande para un país como este: sólo hay un par de pequeños y destartalados coches de bomberos con cuatro mangueras que descargan el poco caudal que tienen dentro en pocos segundos y después vuelven por donde vinieron a buscar más agua peleándose con el caos de tráfico y curiosos que se ha desatado ahí abajo, porque nadie ha acordonado la zona ni despejado las calles adyacentes ni establecido ninguna distancia de seguridad. La estructura de los viejos edificios es de madera y el fuego se da un festín que sólo terminará muchas horas después, cuando ya no le quede nada que quemar. De golpe los tres nos damos cuenta de lo que significa vivir en Europa. Y de lo que significa no vivir en ella.

Bajamos de la azotea cuando todo parece haber terminado y echamos un vistazo al desastre desde abajo: mucha gente lo ha perdido todo hoy. Recuerdo haber pasado por esa misma calle días atrás y haber visto una barbería al viejo estilo y haber pensado en ir a cortarme el pelo allí a la vuelta del viaje en moto. Compruebo que ya no podré hacerlo, sólo quedan sus cenizas.

Es nuestra última noche juntos y decidimos ir a cenar algo en una terraza, unas calles más arriba. Después de la tensión llegan las bromas, claro: ¿dónde estabais el 11-S?, ¿pasasteis por Japón el año pasado?... Por supuesto, niegan todos los cargos que les imputo y rechazan la etiqueta de "pareja catástrofe"... pero justo en ese momento, a tres metros de nuestras narices, una moto atropella a una cría que iba en bicicleta. Toda la terraza se levanta para ayudarla, pero por suerte la moto no iba muy deprisa y la niña puede irse en su bici con poco más que un buen susto.

Ya no sé qué decir. Pienso en maniatarlos y llevármelos a la guesthouse y encerrarlos con llave antes de que acaben con todo el país... pero entonces desde algún lugar llegan los ladridos desesperados de un perro. Manouane se levanta a toda velocidad y comprueba que es un cachorro que está a punto de desnucarse tratando de sacar su cabeza de entre los barrotes en los que ha quedado atrapada. Finalmente consigue liberarlo. Supongo que cree que con eso compensará todo el mal que este foco de destrucción en forma de pareja belga feliz ha causado en las últimas cuarenta y ocho horas, en las que he protagonizado, presenciado u oído hablar de más accidentes que en todo el año pasado.

A la mañana siguiente, temprano, nos abrazamos, nos besamos y nos decimos hasta pronto (es probable que nos volvamos a cruzar en el camino). Ellos van directos hacia "las 4.000 islas", junto a la frontera de Camboya. Yo me quedo en Pakse y todavía haré un par de paradas antes de bajar hasta allí. Y espero de corazón, y así se lo ruego a los dos, por lo que más quieran, que cuando ese momento llegue la zona no haya sido rebautizada como "las 3.900 islas".



2 comentarios:

  1. Ruego a dios y a quien sea porque no se acerquen por aquí!!!! Mira que estamos muy tranquilicos eh????? Grandes besos y abrazos desde el palomar que te aguardan para tu reentrada al lado de acá cuando a bien te convenga. be funky man!!!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias majos, pero no pongáis todavía a enfriar las cervezas...

      Muchos besos.

      Eliminar