"Planes and trains and boats and buses characteristically evoke a common attitude of blue, unless you have a suitcase and a ticket and a passport and the cargo that they're carrying is you". (Tom Waits. Foreign Affair)

domingo, 24 de junio de 2012

Y por fin... me encuentro a mí mismo


He necesitado casi ciento cincuenta días, pero finalmente lo he conseguido: me he encontrado a mí mismo. Y el acontecimiento se ha producido en el lugar más inesperado, nada menos que Kuala Lumpur. Después de dejar Indonesia he tenido que volver a Malasia: por alguna razón que sigo sin comprender del todo, volar de Bali a KL y después a Bangkok cuesta la mitad que volar directamente de Bali a Bangkok, mi puerta de salida hacia Europa. Así que he pasado un par de días extra en la capital malaya. Y si KL ya estaba creciendo en mi interior después de nuestro áspero primer contacto, ahora puedo decir que una parte de mí se queda en esta ciudad. Literalmente.

No es fácil encontrarse a uno mismo. Y mucho menos a 14.485 kilómetros de casa (nota al margen: casa empieza a convertirse en un concepto de bordes muy poco definidos y sumamente portátil). Y en mi caso ya ni siquiera estaba intentando buscarme. Había desistido varias semanas atrás, al caer en la cuenta de que probablemente el objeto de mi búsqueda (yo) en realidad preferiría no ser encontrado por el sujeto de mi búsqueda (yo). Así que me he encontrado sin buscarme, lo que, como era de esperar, ha intensificado las sensaciones en el momento del encuentro.

Que se ha producido como sigue:

Me subo a un tren elevado en la estación de Pasar Seni, me bajo en la parada de KLCC y entro en las Petronas por última vez en este viaje. Subo en las escaleras mecánicas hasta el quinto piso del centro comercial que hay en su base. Entro en la estupenda librería Kinokuniya y curioseo durante alrededor de una hora entre libros, guías de viaje, libretas, cuadernos y expositores de bolígrafos japoneses. Tras superar los dilemas habituales, decido que compraré Saturday, de Ian McEwan, y me lo llevo bajo el brazo con paso firme y rápido hacia la caja, no vaya a ser que vuelva a cambiar de opinión por séptima vez. Pero en el trayecto mi mirada traza una panorámica involuntaria y, a mitad de recorrido, creo ver algo familiar, una sombra, una silueta, una combinación de formas y colores no del todo desconocida. Freno de golpe –pero con gran habilidad consigo que Saturday no se me caiga al suelo– y me dirijo hacia la fuente de mi desconcierto. Y mis sospechas se confirman: ahí estoy, escondidito entre cientos de miles de millones de páginas, en lo más profundo de uno de los edificios más grandes de la Tierra, al otro lado del mundo.

"¿Me buscabas?"

"No"

"Yo tampoco te esperaba"

"Perfecto"

"Sí, perfecto".


2 comentarios:

  1. Oh, dios... Eso quiere decir que... ¿LO HAS VISTO? (Menuda pregunta idiota) Quiero saberlo todo (y que, cuando vuelvas, firmes el ejemplar que hay en mi casa. Privilegio, por otra parte, que solo voy a conceder a unos pocos)

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  2. Lo he visto, lo he visto . Gracias por concederme ese honor, majestad.

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