"Planes and trains and boats and buses characteristically evoke a common attitude of blue, unless you have a suitcase and a ticket and a passport and the cargo that they're carrying is you". (Tom Waits. Foreign Affair)

lunes, 27 de febrero de 2012

Malviajando


Durante cuatro días me encierro en una habitación para terminar un trabajo y cometo el error de reproducir las condiciones que habitualmente me rodean en el lado de allá: el ordenador contra la pared y la cadena Ser enchufada por internet. Durante cuatro días quito y pongo comas, remiendo frases y redistribuyo tildes mientras Francino me pone al día del hundimiento de Occidente y de los aprietos del Duque de Palma (o, mejor, el Pato de Palma –Duck of Palma–, como diría el Gene Hackman de Unforgiven). Terminado el encargo, me dispongo a salir a tomarme un pincho de tortilla y una caña, así que echo un vistazo por la ventana para ver si llueve. Y claro...

¿Qué es eso de ahí fuera?

Eso de ahí fuera, por supuesto, se llama Tailandia, pero yo he dejado de estar allí y la miro igual que un pez mira desde su pecera el mundo de los seres secos.

Lo que se ha instalado en mí se llama resistencia, un virus que a veces afecta al viajero y le hace ver y sentir cosas que hasta ahora había atribuido al propio espíritu del viaje o que simplemente había pasado por alto. Por suerte desaparece en unas veinticuatro horas sin más medicación que un poco de movimiento, unas cuantas sonrisas locales y un buen plato de arroz. Pero durante esas veinticuatro horas:

- Me subo a un autobús con destino a Khon Kaen, penúltima parada en mi ruta hacia Laos, y encuentro que los baches de la carretera son inaceptables y que el conductor es un suicida hijo de puta.

- Cuando llego a Khon Kaen son las tres de la tarde, el termómetro marca 42 grados y el sol está situado en una posición perfectamente perpendicular a la ciudad, de tal modo que ni los árboles ni los edificios proyectan sombra alguna. El mantra ¿por qué el jodido sudeste asiático y no Letonia, donde las mujeres son de nieve? martillea una y otra vez mi estado de ánimo.

- Mi olfato ha regresado a sus exigencias europeas: Khon Kaen huele como si todos sus habitantes hubiesen puesto a secar sus vómitos al sol.

- Al mirar al suelo veo cómo una rata persigue a una cucaracha. La atrapa. La mastica. Se la traga.

- Un perro me ladra y se empeña en seguirme. Pego un pisotón en el suelo para que se largue, pero en lugar de ahuyentarlo lo único que consigo es llamar la atención de otros dos perros –a uno le falta un ojo, en el pelaje del otro hay calvas de tiña– y que los tres me sigan con todos los dientes a la vista. Trato de huir sin que lo parezca.

- Por todo esto, en lugar de tomarme mi tiempo en buscar alojamiento me apresuro a meterme en la primera guesthouse que recomienda mi guía sin ver siquiera la habitación. Por la noche compruebo que el ventilador hace un ruido infernal y que mi crujiente camastro está infestado de moradores de los muelles que se cenan mi epidermis. Empapado en sudor y tras varias horas de insomnio, mi voz interior imita la (exterior) de Josele Santiago y canta con rabia la sangre aún me hierve cuando pienso en mi mala suerte y cuando me levanto en el jergón... ¡os maldigo!

Si se presentan estos síntomas es mejor cambiar de escenario, creerse, al menos por una vez, la mentira de que las causas del problema son externas. En mi caso funciona: a la mañana siguiente, el autobús que me saca de Khon Kaen y me lleva a Ubon Rachathani tiene dos pisos y me toca viajar en el de arriba, en primera fila, y así puedo ver de frente cómo, kilómetro a kilómetro, ese minúsculo destello dorado que hace un rato ha aparecido en el horizonte adquiere la forma de un enorme, apacible Buda.

Y cuando llego a Ubon Rachathani huele a pollo asado.

Lo siento, Khon Kaen. No estuve a la altura. Otra vez será.

4 comentarios:

  1. Me parto de risa con tu yo refunfuñón ;)

    Soy la de las gafas, que no me apetece logarme. Hala.

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  2. Las causas del problema siempre son externas, no te dejes engañar por ese rollo pseudo-hippy de la búsqueda de uno mismo en Oriente. Besos de mi prima Laura.

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    1. Lo único que busco es estirar el tiempo.

      La búsqueda de los neohippies que me he encontrado por el camino es absolutamente exterior, se lo aseguro señora. Que lo que encuentren ahí fuera luego se lo introduzcan en el interior tras aplicarle una llama y aspirar profundamente es otra cuestión.

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