Dejó escrito un gran filósofo que ir en moto es lo más divertido que se puede hacer con la ropa puesta. Si además luce el sol, corre una brisa fresca y tu cintura baila con las curvas entre arrozales, montañas y ríos, si te pierdes por carreteras de tercera cubiertas por auténticos túneles vegetales y atraviesas pequeños poblados donde todo el mundo te saluda, si te mojas los pies cruzando regatos mientras pides al Buda que las ruedas no patinen, si después de varias horas conduciendo llegas a una colina despejada y confirmas que allí no hay nadie más que tú... un jueves cualquiera puede convertirse en uno de los mejores días que recuerdas haber vivido. Un desvío me ha llevado casi sin darme cuenta a uno de los tres poblados de "mujeres jirafa" que hay en los alrededores de Mae Hong Son. No las he visto. El hecho de que te hagan pagar para que les eches un vistazo convierte la experiencia, en mi opinión –a pesar de que he leído y escuchado argumentos opuestos por parte de quienes defienden que ese dinero mejora sustancialmente las condiciones de vida de la gente de la zona y de las mujeres karenni–, en algo así como la visita a un zoo humano o al carromato de P.T. Barnum, en lugar de ser algo tan natural como el simple hecho de compartir durante un rato el mismo espacio. En fin, quizá me convenzan de lo contrario. Entretanto, sigo abriendo gas.
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